Tras perder a un hijo muy deseado, Inés descubre que su esposo solo quiere divorciarse y quedarse con la custodia de Ainara, su hija de 14 años. Inés, aislada en su casa, vuelve a sentir el síndrome del abandono con el que convivió toda su infancia y decide sumergirse mar adentro para suicidarse. Cuando vuelve en sí, se da cuenta de que una persona le ha salvado: Hugo, un adolescente rebelde.
Hugo es enviado a un internado muy estricto tras un altercado con su padre, Tomás, un hombre anodino, anulado tras la muerte de su esposa, sumamente católico y creyente. Inés, para no alejarse de Hugo, decide seducir a Tomás y convencerle de que saque a Hugo del internado. A ella no le importa cómo sea Tomás, ni sus creencias. Le importa conseguir que se enamore de ella para estar cerca de Hugo.
Comienza una turbulenta etapa donde Inés se tiene que acostar con el padre de Hugo bajo el mismo techo. A Inés, Tomás le sobra. A Hugo, por su parte, se le hace intolerable que su padre acaricie a la mujer que él ama. Ainara es la cuarta pieza en ese hogar desenfocado. Atraída por Hugo, comienza a reclamar el derecho de poder ver a su madre.
Tomás descubre a su esposa e hijo haciendo el amor. Su cuerpo y conciencia no aguantan tanta aberración y sufre un infarto. Huérfano de nuevo, Hugo queda a cargo de su hermano mayor y su esposa Ana. Necesitada de amor, Ana lo busca en otro hombre, el rival político de Mauro, Carlos Muniel. Inés, para evitar ser separada de Hugo, utiliza esa valiosa información.
Al quedar el adulterio de Ana expuesto al escarnio público, es sin duda el fin del matrimonio y de la carrera política de Mauro. La traición sentimental, el escándalo, es demasiado para Mauro. Hundido, decepcionado, se convierte en un paria social. Por otro lado, Ainara y Hugo parecen encontrarse cada vez más a gusto juntos.
Cuando Mauro descubre el video de Inés y Hugo, la ira le nubla el entendimiento. Se enfrenta a Inés amenazándola con ir derecho a la policía. Hugo acude a defenderla y, en la pelea, Mauro cae por el balcón, matándose. A la policía le dan la versión que más les conviene: Mauro se ha suicidado. Inés ahora tiene la patria potestad de Hugo y es la novia con derechos de madre.
Inés comienza a sospechar y temer la pérdida de Hugo. Ve en Ainara una rival, nunca se llevó bien con su hija y ahora quiere quitarle a su amor. Hugo y Ainara comienzan una relación secreta y Ainara no entiende el por qué han de ocultar a su madre que están saliendo juntos. Hugo se atreve a confesarle el motivo a Ainara y ella le propone ir a la policía. Hugo le suplica que no lo haga.
Hugo ya no puede más y necesita terminar su asfixiante relación con Inés y solo encuentra una posible solución: huir junto a Ainara y alejarse definitivamente de la mujer que ha provocado tanto sufrimiento a él y a su familia. Sin embargo, Inés, que sigue obsesivamente los pasos del joven, termina descubriendo sus pretensiones.
