Gustavo Romero pasó desapercibido durante años hasta que su mujer, a la que maltrataba, decidió denunciarlo. Posteriormente, él confesó que había asesinado salvajemente a tres personas: una pareja de novios en un parque de Valdepeñas y, cinco años más tarde, una joven de 22 años que iba en bicicleta en dirección a casa de su padre.