Curro protagoniza una auténtica y emotiva declaración de amor. Alonso ha descubierto a Adriano en la habitación de Catalina. Precisamente buscando el bienestar de la hija del marqués, Leocadia ha hecho venir a Emilia, una enfermera, sin sospechar la historia que existe entre ella y Rómulo. Manuel y Toño se han puesto manos a la obra para adaptar el hangar al nuevo proyecto. Lorenzo quiere celebrar su cumpleaños con una fiesta y Curro ve el nombre de Rufino de la Merced, el experto en venenos, en la correspondencia del palacio, lo que pone en peligro todo su plan.