Finalizada la guerra civil española, Badajoz se convierte en la provincia más extensa y pobre de España. Un lugar lleno de carencias y necesitado de cultivos que alimenten a su población. El escenario perfecto donde demostrar el poder renovador del nuevo régimen y donde moldear un nuevo tipo de ciudadano obediente y trabajador. El Plan Badajoz quiere convertir cien mil hectáreas de secano en tierra fértil de regadío y para ello construye presas, canales de riego, carreteras, industrias e incluso pueblos enteros movilizando a 90 mil colonos.