Al finalizar la guerra, más de la mitad de las carreteras del país estaban dañadas por los bombardeos. Pero el nuevo gobierno de Franco no tenía recursos para afrontar una reparación de tal magnitud. Además, la escasez de automóviles se suplía con carros tirados por mulas o caballos circulando por vías maltrechas. Con los años aumenta la venta de vehículos privados, obligando al gobierno a construir mejores carreteras y las primeras autopistas. En los 50, se crea el Instituto Nacional de Industria y se pone en marcha la SEAT (Sociedad Española de Automóviles), que empieza a construir vehículos en la zona franca de Barcelona con piezas de la marca italiana FIAT y fabrica uno de los iconos de la movilidad española: el Seiscientos.