Vietnam se ha convertido en una de las principales potencias del Sudeste Asiático que busca competir con China. Su desarrollo industrial, la apertura al turismo han impulsado su economía. Las grandes empresas ven en este país una opción para trasladar sus fábricas desde China. La tensión entre Washington y Pekín, los menores costes de producción y su localización estratégica convierten a Vietnam en un país único para el comercio internacional. El gobierno vietnamita no ha pasado por alto esta oportunidad y está intentando sacarle partido. Hanoi ha impulsado una política para atraer las inversiones y para tender puentes con distintas potencias regionales e internacionales. Por un lado, busca desarrollar su economía, pero por otro, busca alejarse de la influencia de Pekín y mantener su autonomía.