La familia del difunto Marqués de Santillana despoja a la Marquesa de sus posesiones, que serán entregadas a Nuño cuando éste alcance la mayoría de edad. Hasta entonces, Lucrecia y su hijo deben empezar una nueva vida en una humilde casa de campo. Solo Catalina y el Comisario se mantendrán fieles a la Marquesa en estos difíciles momentos. Águila Roja investiga los asesinatos de varias prostitutas que aparecen desangradas por una extraña herida en el cuello. Margarita parece ser el nuevo objetivo del asesino. Tras ver discutir a Cipri con una de las prostitutas, con la que sólo quiere hablar de lo mucho echa de menos a su mujer, Satur se muestra cada más convencido de que el tabernero es el asesino de esas mujeres. Por otra parte, Gonzalo decide averiguar si algún miembro de los Montignac, familia noble a la que pertenecía su madre, reside todavía en la villa. Para empezar a buscar, debe acceder a unos libros donde queda registrado el nombre de aquellos nobles que alguna vez han pasado por la cuidad. Aunque se trata de documentos fuertemente custodiados, Águila Roja se hace con el libro de registros. La Marquesa de Santillana recibe de la Reina el importante encargo de velar por la vida del heredero al trono, un niño de tres años al que unos conspiradores quieren asesinar. Para desesperación de Lucrecia, Felipe Próspero logra escabullirse de los aposentos donde lo tiene escondido y llegar hasta la estancia de los criados. Allí es descubierto por Catalina y Margarita, que se lo lleva a casa creyendo que es un niño abandonado. Pese a lo mucho que arriesga, Irene se cita en secreto con Martín. El jardinero se sorprende al conocer el motivo de su encuentro: la joven, consciente de las penurias por las que pasa la familia del joven jardinero a causa de la plaga de langosta, quiere hacerle entrega una bolsa con dinero. Martín se muestra ofendido por el ofrecimiento de Irene, pese a que ésta lo hace con buena intención.