Hoy la ignorancia se promueve desde los centros de poder como un mecanismo deliberado de dominación. No puedes confiar en la propaganda que baja desde el gobierno. Un político que respete tu libertad —y, con ella, tu dignidad humana— nunca se atreverá a dictarte qué pensar, qué creer o qué enseñar a tus hijos. El avance de la civilización hacia la democracia liberal siempre ha estado basado en el conocimiento. Esa es la esencia más profunda de la libertad: una sociedad donde cada individuo puede generar riqueza e ideas de manera independiente al poder. Así lo hicieron los ilustrados: ciudadanos libres que tomaron en sus propias manos la producción y transmisión del saber. La educación es demasiado valiosa para dejarla en manos de la iglesia o del gobierno. Porque el conocimiento no solo ilumina: libera. Y cada paso que damos hacia una sociedad más culta, más innovadora y más crítica, es también un paso hacia una sociedad más libre.