El 11 de julio de 2002, un grupo de gendarmes marroquíes desembarcaron e izaron la bandera de su país en Perejil, un islote hasta entonces desconocido y deshabitado, con una superficie apenas mayor que la de un campo de fútbol, y cuya soberanía compartían España y Marruecos. Unos días después, el presidente de España, José María Aznar, envió a sus tres ejércitos para expulsar a los soldados que ocupaban la isla.