En este capítulo revelamos el escenario del caso. La desaparición de Héctor, Hugo e Irene, sucedida en el año 2009, se enmarca dentro de una época peligrosa para circular por las carreteras coahuilenses: el estado que típicamente había sido un bastión del Cártel de Sinaloa enfrentaba desde al menos cinco años atrás, la irrupción de Los Zetas, el antiguo brazo armado del Cártel del Golfo, que estaba decidido a ganarse un lugar propio en el universo del crimen organizado con una violencia jamás vista por el país. Brenda, hermana de Héctor, nos relata paso a paso los hechos que van desde la salida de los muchachos de Querétaro hasta la última vez que escucharon su voz en el teléfono. En el capítulo entendemos el contexto que propició la desaparición forzada de 3 muchachos inocentes y a propósito de este caso, comenzamos a hilar una reflexión sobre el mal en México..
En este capítulo, retomamos el momento exacto de la desaparición de Héctor, su hermana Brenda se embarca en un viaje que la llevará a enfrentarse con una realidad inimaginable para ella hasta ese momento en México. Entre las principales tácticas de los Zetas en el estado de Coahuila, estaba el reclutamiento de policías municipales y estatales que se convertían, con dinero o con violencia, en ejércitos privados obligados a hacer labores de vigilancia, o detener e interrogar a cualquier persona ajena a la entidad o que pareciera ser su rival. Brenda nos contará cómo descubrió esto de primera mano y entendió que su hermano, Hugo e Irene habían sido raptados por los propios policías, y cómo ella, si al final no toma la precauciones necesarias, habría terminado corriendo la misma suerte.
En este capítulo se introduce a Arlette, la mayor de las hermanas Rangel, quien corre con la misma suerte de Brenda al intentar encontrar a Héctor. Ambas contarán la odisea que fue no terminar en manos de los criminales y cómo no solo los policías cumplían una función específica en el fenómeno de la desaparición, sino que también instituciones como la procuraduría del estado y el Ministerio Público ayudaban a completar el infierno de impunidad, al trabajar directamente con el crimen organizado. La narración de las hermanas Rangel está apoyada por el testimonio de empleados públicos que son testigos y actores de este entramado.
En este capítulo, la ciudad de Monclova se convierte en el espacio de análisis del ejercicio final de la serie: la reflexión sobre el ejercicio del mal en un país cooptado por dinámicas de terror que llevan a todos los niveles de la sociedad a funcionar a favor de la crueldad. Brenda nos narrará su acercamiento a los perpetradores de la desaparición de su hermano y cómo la justicia en su debido momento los dejó libres. Cada uno de los figurantes de la temporada reflexionará a cámara sobre las dinámicas del mal, su actuar y sobre cómo la propia inercia los lleva a justificar sus acciones.